Suena
raro un nombre tan largo para una especie común en cultivo. Pero es
quizá por sus flores muy vistosas que es una de las especies más
conocidas y de la que se conoce más su variación en el campo. El
nombre de “anceps” significa doble borde, en referencia de las brácteas
florales (muy aplanadas) y de los pseudobulbos que presentan un tipo de
quilla en los costados. La repetición del nombre “anceps”
en la subespecie refiere a que es la forma en la que se basó la
descripción de la especie, es decir la forma tipo de la especie. Esta
categoría sirve para diferenciar a las formas de pétalos más anchos
de la costa del Pacífico que se catalogan como la subepecie dawsonii.
La Laelia anceps subsp. dawsoni
se divide a su vez en dos formas geográficas: la forma dawsonii
(las L. anceps blancas de
Oaxaca) y la forma chilapensis
(o las L. anceps de Guerrero, de pétalos anchos con el ápice más oscuro
y el labelo de color fuerte). En el estado de Jalisco existe una tercera
forma (de flores blancas) pero todavía no ha sido bien clasificada.
Para las dos subespecies existen muchas plantas cultivadas que han sido
clasificadas y nombradas, pero cabe aclarar que no corresponden a
variedades taxonómicas sino a cultivares, o sea son nombres de interés
hortícola y no taxonómico.
La Laleia anceps subsp. anceps tiene
una amplia distribución geográfica, sobre todo en la vertiente del
Golfo de México, en los estados de Nuevo León, Tamaulipas, Sal Luis
Potosí, Guanajuato, Hidalgo, Puebla, Oaxaca, Querétaro, Veracruz,
Chiapas, y llegan hasta Guatemala y a Honduras. En el estado de Veracruz
es particularmente abundante y con muchas formas cultivadas; en
contraste, las poblaciones al sur del Istmo de Tehuantepec son más
escasas. La planta que ahora les presento proviene de una de esas
contadas poblaciones, en el estado de Chiapas. Ahí habita junto con Laelia
superbiens en bosques de encinos chaparros, frescos y con mucha
ventilación.
Las L. anceps de Chiapas no son muy diferentes de las que conocemos del
estado de Veracruz. Tienen un color un poco más claro, del tono de la Laelia
superbiens, y el labelo presenta un patrón de manchas muy
particular y no es de color sólido como las de típicas de Veracruz.
Sin duda, la característica más distintiva de las plantas chiapanecas
es su período de floración, ya que florecen a finales de agosto y no
en los primeros días de noviembre. Cuando se es algo desesperado (como
yo), conviene tener una de estas plantas en la colección porque permite
tener flores de una de las Laelias
de otoño en pleno verano. En
Veracruz, a la L. anceps se
les conoce como “lirio de todos los santos”, justo porque florecen
en los días de los fieles difuntos (1 y 2 de noviembre). En México, el
primero de septiembre el presidente del país informa al congreso de la
unión (la cámara de diputados), así que el nombre de esta variedad
podría ser el “lirio presidencial”. Sólo espero que a algún
simpatizante de uno de los partidos de oposición no se le ocurra
llamarlo “lirio espurio” o “lirio ilegítimo” o alguna de sus
ocurrencias.
El cultivo de esta variedad es igual que el
de la Laelia anceps de
Veracruz. Son plantas muy nobles que se adaptan bien a las condiciones
de cultivo. Toleran bien un poco de calor y también algo de frío. Además
de su belleza, este amplio intervalo de cultivo las ha hecho muy
populares en todo el mundo. Otra ventaja de esta especie es que puede
producir varios frentes de crecimiento en relativamente poco tiempo,
haciendo plantas espectaculares en unos cuantos años. En la Cd. de México,
Laelia anceps sufre por la
falta de humedad atmosférica, y es común que los botones se queden
pegados y abran mal. Esto ocurre porque no se les limpia los exudados
azucarados que producen los nectarios extraflorales. Las plantas de
Chiapas de L. anceps se libran
un poco de este problema, ya que florecen en uno de los meses más
lluviosos del año, y por lo tanto hay más humedad, aunado a que las
lluvias continuas las limpian bastante bien. No obstante, es conveniente
supervisarlas y en su caso limpiar con agua las puntas de las
inflorescencias.
La aplicación de fertilizante foliar, o el
uso de fertilizantes de liberación lenta (osmocote), ayudan a que las
plantas crezcan mejor. Se pueden cultivar sobre tablas o troncos, o en
macetas con medios muy abiertos y bien drenados. Otra ventaja de estas
plantas es que las varas florales no son excesivamente largas y por lo
tanto es más fácil mantenerlas en espacios reducidos.
Eduardo
A. Pérez García Departamento
de Ecología y Recursos Naturales Facultad
de Ciencias Universidad
Nacional Autónoma de México México,
D.F., Cp. 04510 México
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