El misterio que acompaña a L.
gouldiana viene desde que se descubrió. En un principio se consideró un híbrido
natural entre L. autumnalis y L. anceps; sin embargo, ese híbrido (L. Autoanceps) se ha realizado varias veces y nunca ha salido algo
parecido a L. gouldiana. ¿Porqué
pensar que esta especie puede ser un híbrido? Bueno, la respuesta tiene que ver
en que nunca se han encontrado plantas creciendo de forma silvestre en la
naturaleza, y debido a que existe muy poca variación floral en esta especie.
También, L. gouldiana es muy difícil
de cruzar consigo misma, y casi no produce cápsulas fértiles. De hecho, casi
todas las plantas que se conocen de L.
gouldiana parecen ser de no más de unos cinco clones.
Estrictamente endémica de la Sierra Madre Oriental, L.
gouldiana sólo se ha encontrado creciendo en los mezquites y en las cercas
de roca de las casas del valle de Metztitlán, en el estado de Hidalgo. Ahí se
pueden observar plantas enormes, y los pobladores del lugar las cuidan y las
propagan muy eficientemente. En algunas casas de esa región también se cultiva
Laelia anceps, aunque en menor medida.
La barranca de Metztitlán es famosa por ser una zona semiárida, con cactáceas
columnares imponentes, y donde la lluvia media anual no rebasa los 500 mm al año.
Considerando esta precipitación y la altitud a la que crece esta especie, entre
1,200 a 1,500 m s.n.m., es notorio que habita en un clima verdaderamente seco.
Las condiciones de su hábitat la hacen una planta de fácil cultivo en el
altiplano mexicano, ya que tolera el frío y la baja humedad atmosférica. El
cultivo de L. gouldiana es sencillo,
en un maceta con medio muy poroso o preferentemente en huacal (cesto de madera),
en un pedazo de corteza gruesa, o en troncos. Les gusta la luz intensa, y de vez
en cuando algo de fertilizante foliar. Estas plantas llegan a producir varios
frentes de crecimiento al año, por lo que en relativamente poco tiempo se
pueden producir plantas grandes y espectaculares.
Yo no soy muy partidario de la preservación fuera de los ambientes
naturales (conservación ex situ),
pero este es un caso en donde se puede observar que esto no es tan malo.
Imaginemos un campesino que se lleva a casa un pedazo de una planta de esta
especie, seguramente porque no era algo muy común en su entorno, y la planta
sobrevive y crece. Debido a que esa planta ha llegado hasta nuestros días,
seguramente pensaremos que la colecta de la planta original haya sido hace unos
cuantos años, pero lo más probable es que esto haya ocurrido en el Valle de
Metztitán hace varios cientos de años atrás, no exageraría al decir que
incluso este tiempo puede sobrepasar los mil años. Probablemente, Laelia
gouldiana se extinguió en su estado silvestre de manera natural hace
algunos cientos de años, quizá por efecto del cambio climático que ocurrió
al concluir la última etapa glacial. Si este es el caso, hay muy poco que se
pueda hacer para regresar a L. gouldiana
a su estado silvestre. Por lo tanto, ahora sólo nos queda cuidarla en casa y
evitar que otras especies se extingan por efecto del cambio climático que
nosotros estamos ocasionando.
La vida juega extrañas paradojas, y el nombre de esta especie es una de
ellas. Laelia gouldiana está dedicada
a un hombre de negocios de los Estados Unidos de Norteamérica: Jay Gould. La
especie fue descrita por H.G. Reichenbach en 1888, lo cual nos indica que el
distinguido negociante vivió hace poco más de 100 años. La paradoja en el
nombre de esta especie es que ésta proviene de una de las zonas más pobres de
México. Es extremadamente difícil ubicar a nuestro antepasado del milenio
pasado imaginando que la planta que
se lleva a casa será dedicada a un hombre rico, el cual es completamente ajeno
a todo lo que conoce (digo, los E.U.A. ni siquiera existían). Es curioso esto
de que el hombre del pasado piense en el del futuro, pero que a su vez, para
nosotros éste es de historia de hace un siglo. En fin, creo que Laelia
gouldiana tiene una lección para cada uno de nosotros, sólo es cuestión
de quererla aprender. La verdad es que hasta ahora que lo pienso, yo no había
visto todo lo que la belleza de esta especie tiene
detrás. Eduardo
A. Pérez García Departamento
de Ecología y Recursos Naturales Facultad
de Ciencias Universidad
Nacional Autónoma de México México,
D.F., Cp. 04510 México
|
|