Sobralia macrantha

Artículo publicado en el boletín de la AMO

Esta despreocupada especie es quizá una de las más cultivadas en México; si bien no es muy común verla en la ciudad de México, su cultivo en ciudades como Xalapa, Córdoba y Coatepec, en Veracruz, así como en Morelia, Michoacán, está muy arraigado. Esta especie se distingue de otras orquídeas de flores grandes por su particular hábito vegetativo. No presenta pseudobulbos, y en lugar de ellos tiene unos tallos de alrededor de un metro de largo, cada uno de ellos con muchas hojas a los lados. Sus raíces son carnosas y muy abundantes, lo cual hace que la planta sea de difícil división.

  Las flores de esta especie normalmente son de color lila, pero se han encontrado variedades de diferentes tonos y con varias combinaciones de colores. Las formas cultivadas más comunes incluyen a las variantes  albas y semialbas, así como algunas de color lila más oscuro, o más claro, así como también a las coeruleas. Sus flores no duran mucho tiempo, sólo unos cuantos días, pero cada tallo produce varias flores de manera sucesiva. De esta manera, una planta adulta puede presentar flores durante casi un mes completo. La temporada de floración la hace también algo diferente de la mayoría de las orquídeas mexicanas, ya que florece al inicio de la época de lluvias, durante el mes de junio, de ahí uno de sus nombres comunes “lirio de junio”.

  S. macrantha en México se distribuye en los estados de Puebla, Veracruz, Oaxaca y Chiapas, básicamente en las montañas expuestas a la humedad del Golfo de México. Esta especie tiene una tolerancia climática grande, pero le gusta más el clima tropical de montaña (de alrededor de los 1,000 m s.n.m.), particularmente cuando es húmedo, pero crece muy bien en la Cd. de México a una altitud de 2,200 m.

  Uno de los hábitats de esta especie son los acantilados de los cañones formados por los cauces de ríos. En estas paredes verticales de roca, existen algunas irregularidades -grietas, repisas y hondonadas- en donde se acumula algo de suelo y de materia orgánica. En estos sitios es donde se establecen estas Sobralias. Por ocupar este hábitat, los tallos son poco erectos y más bien tienden a ser colgantes. Esta forma tan particular de crecer les propició el nombre en náhuatl (en la región de Cuetzalán, Puebla, M. Pontes com, pers.) de atempanxochichocani, cuya traducción es casi un poema porque quiere decir “flor que llora sobre el barranco”.

  Abusando de su confianza, me permito contarles una historia muy personal. Soralia macrantha era una de las especies preferidas de mi abuela Ana, y en su jardín en una finca cafetalera en Veracruz tenía una muy buena cantidad de estas plantas, con algunas de las variedades que ya mencioné. Hace casi ya un par de años y a unos cuantos días de que naciera mi hija, mi abuela falleció....... Fatalidades de la vida. Curiosamente, de manera similar a lo que ocurre con esta especie, una flor no conoce a su predecesora. Por voluntad de mi abuela, sus cenizas fueron esparcidas en el río que pasa cerca de lo que fuera su casa. Quizá parte de su espíritu viajero le hizo tomar  esta decisión. Pienso que en el trayecto a la inmensidad del mar podrá ver algunos de sus queridos lirios de junio en el camino, mientras éstos sueltan pequeñas gotas de rocío cual lágrimas a su paso.

  Además de depositar las cenizas de la abuela en el río, por un acuerdo familiar de último momento (quizá por no querernos desprender del todo de la abuela), decidimos esparcir parte de sus cenizas en su tan querido jardín, sobre sus hermosos lirios. Este fin de semana pasado, he vuelto por primera vez con mi hija, Ana Karina, a la casa de la abuela y pudimos apreciar sus flores. No me dejó de sorprender la libertad con la que recorría este sitio supuestamente extraño. Hay tantos recuerdos en mi cabeza de ese lugar, sus aromas, su verdor, su comida, entre otras cosas....  Pero yo tenía la espinita clavada en el corazón de que ellas nunca se conocieron. Ahora al ver a mi hija entre las plantas de la abuela, de alguna manera........ de algún modo....., se que ya hay un lazo entre ellas. La abuela no le podrá dar un beso a mi hija, pero al menos sus Sobralias le han dado ese dulce aliento que ahora el tiempo nos ha robado.

 

Eduardo A. Pérez García

Departamento de Ecología y Recursos Naturales

Facultad de Ciencias

Universidad Nacional Autónoma de México

              México, D.F., Cp. 04510 - México

 

 

 

Las sobralias de la abuela Ana - Fotos: Eduardo Alberto Pérez García

 

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